El médico peruano Alejandro Arellano, interesado en medir las ondas
magnéticas del cerebro humano, tuvo en 1950 el privilegio de examinar el de
Albert Einstein. Aquel encuentro en la casa del sabio marcó su vida.
Con el equipo electroencefalográfico completo,
Arellano partió la mañana del 8 de setiembre de 1950 a la Universidad de
Princeton, en Nueva Jersey. “El examen se realizó en la casa (ubicada dentro
del campus) del profesor Einstein, así lo dispuso él”, recuerda la esposa del
médico, Katharina Hoffmann, una alemana de 84 años.
“¿Cree usted que mi cabeza sea tan interesante
como para merecer un estudio de tal naturaleza? Si usted lo piensa así,
acepto”, refirió el afamado científico. Según Arellano, Einstein “Era un hombre
de 1,70 metros más o menos, de contextura delgada, expresión tranquila y amable”
Momentos antes
del análisis, el peruano le pidió, “Profesor, le ruego relajarse en y reposar
mentalmente”, “Me pide usted una cosa muy difícil, algo que nunca he hecho en
mi vida”, contestó Einstein.
Luego del análisis,
Arellano contaría, “Me parecía un sueño haber confidenciado largo rato con el
cerebro más grande de nuestro tiempo y guardar el tesoro gráfico de sus
potencialidades”, confesaría años más tarde.
La
comunicación con Einstein prosiguió por medio de cartas, nos cuenta doña
Katharina, hasta que el genio murió en 1955. Arellano fue el pionero de la
encefalografía en el Perú: trajo la primera máquina y realizó aportes
importantes a la especialidad. Además, él y su colega Fernando Cabieses fundaron
la Liga Peruana de Lucha contra la Epilepsia.
Hace 14 años,
tras un derrame cerebral, Arellano falleció. Pero, la histórica máquina con la
que realizó el examen a Einstein se encuentra fría e imperecedera en el sótano
del Museo de la Nación.
Fuente: Diario
El Comercio
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